Supe virtualmente de la existencia de Hernan Casciari y de la Revista ORSAI hace algunos años, navegando la internet buscando "testimonios de otros" acerca de lo que sentimos los migrantes argentinos cuando estamos fuera de la Argentina.
Fue en aquel momento que me topé con su texto autobiográfico El idioma de la Infancia , el cual me acompañó, me hizo lagrimear y me ayudó a comprender y resignificar experiencias de mis horas nocturnas en Le Havre (Francia 2007), cuando mi compañero francés y padre de mi hijo argentino trabajaba en Nueva York; y yo me sorprendía a mi misma en soledad acunando a Santi susurrandole canciones patrias argentinas, o de Palito Ortega para acunarlo (?!) aquellas que yo había aprendido o estaban de moda durante mi infancia, además de las de María Elena Walsh, Pipo Pescador o Sui Generis que me resultaban mucho menos sorprendentes...
Aquella conducta que ejercitaba al mismo tiempo que me resultaba bastante absurda, se desencadenaba frente al contrapunto que generaba en mi interior la perspectiva de que nuestro hijo franco-argentino sería criado en Francia. Yo sentía la necesidad de balancear su "ser francés" por parte de padre y por derecho de sangre (que yo suponía Santi viviría con más intensidad por nuestra cotidianeidad en Normandía) y entonces algo en mí buscaba la forma de imprimir a toda costa en su memoria algún engrama afectivo ligado a su ser argentino por parte de madre y por derecho de tierra, porque estando allá yo sentía que mi capacidad de "comunicar la argentinidad" me era difícil.
En este video Hernán Casciari, se presenta a si mismo y en su presentación TED nos cuenta su historia, que encuentro imprescindible, no sólo para cualquier expatriado o migrante que necesite sentirse acompañado y motivado en cualquier "país extraño", sino "para todos los ciudadanos del mundo que habitamos nuestro planeta globalizado" y necesitamos fortalecer la intuición y la esperanza de que la Buena Globalización es posible.
Así sea.
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Fue en aquel momento que me topé con su texto autobiográfico El idioma de la Infancia , el cual me acompañó, me hizo lagrimear y me ayudó a comprender y resignificar experiencias de mis horas nocturnas en Le Havre (Francia 2007), cuando mi compañero francés y padre de mi hijo argentino trabajaba en Nueva York; y yo me sorprendía a mi misma en soledad acunando a Santi susurrandole canciones patrias argentinas, o de Palito Ortega para acunarlo (?!) aquellas que yo había aprendido o estaban de moda durante mi infancia, además de las de María Elena Walsh, Pipo Pescador o Sui Generis que me resultaban mucho menos sorprendentes...
Aquella conducta que ejercitaba al mismo tiempo que me resultaba bastante absurda, se desencadenaba frente al contrapunto que generaba en mi interior la perspectiva de que nuestro hijo franco-argentino sería criado en Francia. Yo sentía la necesidad de balancear su "ser francés" por parte de padre y por derecho de sangre (que yo suponía Santi viviría con más intensidad por nuestra cotidianeidad en Normandía) y entonces algo en mí buscaba la forma de imprimir a toda costa en su memoria algún engrama afectivo ligado a su ser argentino por parte de madre y por derecho de tierra, porque estando allá yo sentía que mi capacidad de "comunicar la argentinidad" me era difícil.
En este video Hernán Casciari, se presenta a si mismo y en su presentación TED nos cuenta su historia, que encuentro imprescindible, no sólo para cualquier expatriado o migrante que necesite sentirse acompañado y motivado en cualquier "país extraño", sino "para todos los ciudadanos del mundo que habitamos nuestro planeta globalizado" y necesitamos fortalecer la intuición y la esperanza de que la Buena Globalización es posible.
Así sea.
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