Estaban orgullosos de sentirse diferentes, valientes, aventureros.
Fue solo luego de transcurrido el período prolongado de la luna de miel, que descubrieron que se habían metido en algo que iba mucho, mucho más allá de haberse casado con alguien que hablaba con acento exótico.
Es lo que suele ocurrirles más tarde o más temprano al número creciente de personas que "eligen para toda la vida" un compañero de otra cultura.
Más y más gente deja su tierra natal para visitar otros paises, estudiar o trabajar en el extranjero. El mundo está en crisis. El número de refugiados, que se asientan en nuevas tierras, ya sea por propia voluntad o por la fuerza, aumenta cada día.
Hubo un tiempo en que las parejas interculturales eran más inusuales, aunque su historia se remonte hasta los tiempos bíblicos. Los encuentros "amorosos" internacionales son un fenómeno relativamente nuevo. Los jóvenes no tenían en el pasado tantas oportunidades de conocer candidatos o candidatas provenientes de otros lugares como es habitual ahora gracias a los intercambios estudiantiles y otras formas directas de contacto internacional.
Las distancias ya no constituyen barreras. Podemos estar en cualquier lugar del mundo en 24 horas. Estamos en la era Internet, el mundo se ha aplanado y la gente nos parece más similar. El mundo entero se ha vuelto interconectado y comparte las mismas amenazas y problemas- mercados volátiles, violencia, drogas, terrorismo, guerras nucleares o químicas, SIDA, pobreza, cambio climático, polución- y parece una aldea global extensa con diferencias únicamente superficiales.
En todos lados los procesos de cambio se aceleran como nunca antes. Caen las restricciones sociales, se crean baches entre generaciones y los jóvenes se van sintiendo menos atados por sus grupos sociales o etnicos y más abiertos a hacer pareja con alguien de otra nacionalidad.
Pero estas similitudes a menudo sólo disfrazan la diversidad fundamental respecto a aquellas creencias y comportamientos que hacen a cada cultura única, y a su gente distinta.
En las primeras etapas de toda relación amorosa - y las relaciones interculturales no son la excepción-, la gente toma conciencia y refuerza las similitudes entre los miembros de la pareja. Si hay diferencias, se las toma como detalles superficiales, como desafíos, o aspectos que tornan la relación aun más interesante.
Solamente mucho más tarde, cuando se abocan a la tarea de formar una unidad familiar funcional y cohesiva, es que empiezan a darse cuenta de que muchas de esas diferencias implican valores fundamentales o definiciones de roles, y que eso complica significativamente las cosas. Surgen diferencias con las que hay que lidiar de alguna manera, diferencias que -cuando es posible- hay que aceptar, diferencias que -cuando es necesario- hay que resolver, y que hay que tolerar -cuando todo lo anterior ha fallado- pero que no podemos de ninguna manera ignorar.
Es en ese momento que nos damos cuenta de cuán diferentes somos. Registramos esas diferencias profundamente incrustadas en nosotros y descubrimos con inquietud cuan significativas pueden volverse para nuestro futuro juntos. Las relaciones amorosas interculturales pueden estar atravesadas no solamente por la dificultad para entender las perspectivas del otro y por una comunicación intercultural imperfecta, sino también por el sentimiento de falta de confianza en la cultura del otro, que se pone de manifiesto cuando la pareja intercultural entra en conflicto.
Es en ese momento que la capacidad negociadora se vuelve imprescindible para cualquier matrimonio. Y más a un cuando se pertenece a dos culturas diferentes, es en ese momento que estas parejas toman conciencia de que para ellos es más difícil que para los matrimonios monoculturales... ¿Por qué ? Porque las parejas interculturales suelen no saber que es lo que tendrían que negociar, ni por qué. Desorientación total. Están en un nuevo territorio. Sus diferencias a menudo están basadas en expectativas, suposiciones, y convicciones de las que ni siquiera son conscientes, porque las tienen desde que nacieron, porque parecen obvias y nunca han sido cuestionadas. Creencias que a un integrante le parecen naturales, y al otro le pueden parece incomprensibles o al menos confusas.
Cada integrante de la pareja tiene primero que aprender mucho sobre si mismo como individuo, y como miembro de su propia cultura, para luego aprender acerca de la cultura del otro.
Sólo entonces es que pueden comenzar a saber qué hacer con las diferencias y ponerlas a trabajar a favor del proyecto de pareja y no en contra.
Es un proceso largo, que puede llevar toda la vida, y que muchas parejas no saben por donde comenzar. ¿Dónde termina la cultura y donde comienza la persona? Lo que se percibe como enojo, indiferencia y hasta crueldad puede tratarse de diferencias culturales; necesitan comenzar el largo proceso de aprender a interpretar la conducta del otro correctamente.
La psicoterapia transcultural, ayuda a los integrantes de una pareja a darse cuenta de las diferencias y a verlas en perspectiva (las propias y las del otro) de manera que puedan manejarlas para mutuo beneficio. Los ayuda a tratar de resolver aquellos malentendidos que parecen no tener sentido. Acompañarlos en los momentos de crisis al confrontar que la relación/matrimonio no concuerda con lo que se había fantaseado, acompañarlos cuando se enfrentan con dificultades, o ante un impasse, y no saben qué hacer.
Sólo entonces es que pueden comenzar a saber qué hacer con las diferencias y ponerlas a trabajar a favor del proyecto de pareja y no en contra.
Es un proceso largo, que puede llevar toda la vida, y que muchas parejas no saben por donde comenzar. ¿Dónde termina la cultura y donde comienza la persona? Lo que se percibe como enojo, indiferencia y hasta crueldad puede tratarse de diferencias culturales; necesitan comenzar el largo proceso de aprender a interpretar la conducta del otro correctamente.
La psicoterapia transcultural, ayuda a los integrantes de una pareja a darse cuenta de las diferencias y a verlas en perspectiva (las propias y las del otro) de manera que puedan manejarlas para mutuo beneficio. Los ayuda a tratar de resolver aquellos malentendidos que parecen no tener sentido. Acompañarlos en los momentos de crisis al confrontar que la relación/matrimonio no concuerda con lo que se había fantaseado, acompañarlos cuando se enfrentan con dificultades, o ante un impasse, y no saben qué hacer.
Si bien hay algunas generalidades, cada situación es única, y diferente de las demás, lo que hace que la pareja intercultural a menudo se sienta aislada, y que esto intensifique los sentimientos de soledad y extrañeza.
Es importante descubrir qué es lo que hace a cada pareja diferente, especial, única.
Señalar los problemas y desafíos potenciales que cada pareja enfrenta.
Señalar los problemas y desafíos potenciales que cada pareja enfrenta.
Inventar soluciones para manejar las diferencias y beneficiarse de ellas.
Aprender a hacerse las preguntas correctas.
Animarse a ser diferentes.
Conocer y comprender las etapas y desafíos del proceso propio de cada pareja.
Diseñar los lineamientos básicos de una vida juntos de acuerdo a cada etapa evolutiva, acordar las rutinas, proyectar el futuro y un estilo de vida matrimonial que funcione para ambos, hasta llegar a decantar un patrón que permanezca más o menos consistente para compartir una vida juntos.
Es durante la etapa de establecerse en un lugar fijo que la pareja comienza a enfrentarse
con los modos diferentes que cada uno tiene de encarar la vida y se descubren las primeras diferencias que causan confusión y fricción. Cuando los pequeños hábitos de cada uno de los integrantes deben ajustarse y adaptarse para permitir una vida como pareja.
Para la pareja intercultural, esta etapa es la etapa del choque cultural y la desorientación psicológica, con sintomatología similar a la que sufren los individuos en un proceso migratorio, aunque más severa y amplia debido a la totalidad del compromiso implícito, ya que para ellos ya no existe el escape de la idea de "irse a casa", porque el malestar "está en la propia casa".
Superados estos escollos, el "patrón de vida final" será el que la pareja logre establecer para bien o para mal. Se va determinando el patrón relacional que generalmente permanecerá sin cambios a menos que se concerte y se haga un esfuerzo conciente por cambiarlo. En este punto la mayoría de las parejas aceptan, subliman, o discuten las diferencias y siguen adelante, o se separan.
Es durante la etapa de establecerse en un lugar fijo que la pareja comienza a enfrentarse
con los modos diferentes que cada uno tiene de encarar la vida y se descubren las primeras diferencias que causan confusión y fricción. Cuando los pequeños hábitos de cada uno de los integrantes deben ajustarse y adaptarse para permitir una vida como pareja.
Para la pareja intercultural, esta etapa es la etapa del choque cultural y la desorientación psicológica, con sintomatología similar a la que sufren los individuos en un proceso migratorio, aunque más severa y amplia debido a la totalidad del compromiso implícito, ya que para ellos ya no existe el escape de la idea de "irse a casa", porque el malestar "está en la propia casa".
Superados estos escollos, el "patrón de vida final" será el que la pareja logre establecer para bien o para mal. Se va determinando el patrón relacional que generalmente permanecerá sin cambios a menos que se concerte y se haga un esfuerzo conciente por cambiarlo. En este punto la mayoría de las parejas aceptan, subliman, o discuten las diferencias y siguen adelante, o se separan.
Una relación amorosa intercultural puede ser creativa y enriquecedora, pero también una especie de caja de Pandora cuyo contenido se vuelva difícil de abordar. No se puede generalizar, pero el factor de dificultad EXISTE, y no conviene minimizarlo. La experiencia indica, que es mejor estar prevenidos acerca de las dificultades, y dejar sentado que el amor intercultural puede parecer muy romántico pero que no se trata de una aventura para flojos de espíritu.
Con todas estas salvedades, consideramos que la pareja intercultural merece ser apreciada!
Provee innumerables oportunidades para experimentar la expansión personal, y valorar el amor y la cercanía como experiencias especiales, especialmente por el esfuerzo extra que demanda el contexto intercultural.
Estando atentos a las dificultades, podremos evitar algunas y desarrollar recursos adecuados para enfrentar otras.
Estando atentos a las dificultades, podremos evitar algunas y desarrollar recursos adecuados para enfrentar otras.
Fuente de consulta: Intercultural Marriages - Promises and pitfalls (Dugan Romano)
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