La experiencia indica que el choque cultural en mayor o menor medida es INEVITABLE en todo proceso migratorio, las diferencias caso por caso tienen que ver con la forma en que cada migrante lo experimentará, dependiendo de las diferencias existentes respecto a la cultura de origen, su personalidad, factores historicos y sociales del propio migrante y del grupo social de acogida,
y de la contención mental y emocional recibida durante el proceso.
Es importante la mención de la contención, ya que es un factor de apoyo decisivo que suele condicionar el éxito del proceso de integración.
La contención no siempre está disponible, justamente por ponerse en juego la utilización de diferentes registros y códigos, propios de las diversidades culturales en contacto.
Cuando hay malestar o se atraviesa una crisis, es importante poder determinar en que fase
del proceso se está, para poder revisar los bloqueos y movilizar los recursos adecuadamente.
Cuanto más prolongada sea la estancia del viajero o migrante en el extranjero más posibilidades tiene de completar el ciclo del choque cultural.
Obviamente, en los proyectos de muy corta duración, la persona se quedará en la fase entusiasta del principio o al comienzo de los primeros síntomas del choque cultural.
Sin embargo, si durante una experiencia de mayor duración se logra experimentar y atravesar todas las fases se hace más posible la adaptación e integración social y culturalmente, el aprender la nueva lengua y encarar diversos proyectos.
Luego de migraciones prolongadas también puede experimentarse el choque cultural en oportunidad de la migración de retorno al país de origen, pudiendo este malestar también convertirse en un motivo de consulta.
Fuente del Cuadro: SEV España.